viernes, 22 de mayo de 2009

Pedir un milagro no es un signo de arrogancia ni de ambición. Los milagros no son posibles por algo que nosotros hacemos, lo son debido a la naturaleza de Dios. No somos nosotros quienes los hacemos, sino que hacemos que se produzcan a través de nosotros cuando abrimos más nuestros corazones al amor. El corazón místico es afable, y de este modo es un conducto a través del cual Dios se revela de forma natural. Tenemos un poder en nuestro interior, aunque no sea nuestro, que puede sanar milagrosamente al mundo entero. Cuando tu corazón se ha ablandado, cuando has dejado de culpabilizar, de hablar tanto y has empezado a escuchar verdaderamente, sólo entonces se ha comenzado a tambalear alguno de nuestros muros. Más que hacer algo te has liberado de las energías de la terquedad.Ha ocurrido un milagro, no porque lo hayas provocado sino porque lo has permitido. "Cuando hay un gran amor, siempre hay milagros"

No hay comentarios:

Decidir