miércoles, 19 de enero de 2011

T23.IV/7

  No contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarías viendo desde un lugar que no existe. No tienes un punto de referencia desde el que observar y desde el que lo que ves pueda tener significado. Pues sólo los cuerpos pueden atacar y asesinar, y si éste es tu propósito, eso quiere decir que eres un cuerpo. Sólo los propósitos unifican, y aquellos que comparten un mismo propósito son de un mismo pensar. El cuerpo de por sino tiene propósito alguno, y no puede sino ser algo solitario. Desde abajo, no puede ser transcendido. Desde arriba, las limitaciones que les impone a aquellos que todavía batallan desaparecen y se hace imposible percibirlas. El cuerpo se interpone entre el Padre y el Cielo que Él creó para Su Hijo precisamente porque no tiene ningún propósito.

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