No hallarás paz hasta que hayas extraído los clavos de las manos del Hijo de Dios y hayas sacado la última espina de su frente. El Amor de Dios rodea a Su Hijo, a quien el dios de la crucifixión condena. No enseñes que mi muerte fue en vano. Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti. Pues poner fin a la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el mundo juega un papel igualmente importante. Dios no juzga a Su inocente Hijo. Habiéndose dado a sí mismo a él, ¿cómo iba a poder juzgarlo?
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