"Un enemigo es
el símbolo de un Cristo cautivo. ¿Y quién puede ser Él sino tu mismo? Orar por
tus enemigos se convierte de este modo en una manera de orar por tu propia
libertad. Ahora ha dejado de ser una contradicción. Se ha convertido en una
afirmación de la unidad de Cristo y en un reconocimiento de Su impecabilidad.
Ahora se ha vuelto santa, pues reconoce al Hijo de Dios tal como fue creado."
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